Pensemos de la peor manera y también de la mejor.
¿Por qué razón un hombre, a 7.000 kilómetros cruzando el Atlántico, sigue llamando una vez por semana desde hace casi 6 años para comunicarse con una hija que conoce por skype y whatsapp? ¿Por qué, mientras tanto, espera que alguien haga algo por él para cruzar el océano? ¿Por qué sostiene el contacto cuando pudo borrarse y no dejar huella? ¿Será por cuestiones de machismo primitivo? ¿Algo así como controlar la situación siempre, aunque sea a la distancia?
¿O será por amor?
Buenos Aires y Dakar siguen lejos pero se acercan una vez por semana cuando Amadou, el papá de Eva, insiste. Si no atiendo el teléfono, acostumbra ahora a dejar audios de amor desesperado, besos y saludos. Dice y repite que se quedó congelado en nuestra historia. Que hasta que no rompa el hielo no va a poder seguir ¿Un romántico o un versero profesional?
Yo, seis años después de verlo por última vez y con una hija en común que crece y entiende cada vez más, no tengo cabeza para creer o no creer. Escucho y los conecto. Los sigo conectando. Todo armónico hasta ahí. Nada nuevo salvo que, entre audio de amor y audio de amor, cuela consejos de crianza. Así como lo escuchás.
«Vos tenés que enseñarle a la nena que quiera a su papá», sugirió en una de las últimas llamadas. Eva a veces quiere hablar y otras lo friza, como todos los niños. Imaginate que intercambian un diálogo mínimo y ella siempre se termina aburriendo. En uno de sus supuestos «desplantes», él avanzó frustrado conmigo y la educación de nuestra hija. Le corté. No pude tolerar su voz pedagógica dando ideas desde su rol fantasmagórico.
Después de cortar la llamada, llegó un audio suyo pidiendo perdón. Lo recibí como un pedido de perdón que, por el tono, excedía a la situación de su consejo desafortunado ¿Cómo le enseñas a un hijo a querer a alguien que no conoce personalmente? ¿Se puede construir un amor padre-hijo virtual?
Ayer Amadou volvió a la carga con los llamados. Eva quiso atenderlo e intercambiaron mínimas palabras y «te amos» por celular. Pudieron construir un lazo particular pero lazo al fin. «Hija, vos sabés que te amo, que sos todo para mí. Todo Senegal está esperándote. Vení con mamá a verme. Las estamos esperando»
Plural. Su imagen de familia, esa que dice tener en su mente congelada, ahí está. Con él congelado (e inmovilizado) también.
Más allá de que mi imagen no coincida para nada con la suya, Eva va a estar siempre como un puente entre nosotros. El puente que sostiene la distancia.
En algún momento de la vida van a terminarse las palabras al viento y estoy preparando y fortaleciendo a Eva -y a mí con ella- en el mientras tanto. Va a llegar el día en que nos miremos a los ojos los tres.
Hola te cuento que vivo en misiones y mis hijos (4 y 7 años) en Córdoba hace mas de 2 años. Para mi es difícil conectarme con mis hijos porque se aburren y distraen con facilidad vía WEB (Sype y whatsapp). Es por ello que busco constantemente la forma de tenerlos «conectados con papí» y una de las herramientas que utilizo son títeres de mano…gracias a ésta técnica los puedo tener enchufados y nos divertimos un buen rato jajaja. Bueno en realidad me sentí identificado con el papá de tu hija y queria transmitirselos.
Muy lindo el blog
Sldos!
Sergio
Gracias Sergio!!! Son historias distintas pero valoro mucho tu comentario. Es difícil siempre. Abrazo enorme desde Buenos Aires hasta la hermosa Misiones!
Oh qué difícil situación Valeria. Soy María, soy mexicana, madre de un pequeño de casi cuatro y sé que todo lo que le afecta y todo lo que sueña es fundamental en mi existencia, a veces mucho más que cualquier cosa que pueda yo misma desear; y comprendo, por qué le permites conectarse con su padre, por que te aguantas esas conversaciones, cuando podrías criarla en libertad y sola sin esas llamadas. Entiendo tu enojo con el padre, entiendo que las cosas no funcionaron y eso pasa a veces, pero ella, tu pequeña, tiene derecho a tener un padre, aunque sea ese, a la distancia, a medias. Cada uno tenemos el padre que pudimos, con sus deficiencias (algunos más grandes, claro). Si lo pienso como madre, creo que yo sí iría a vivir a Senegal si ahí estuviera mi pequeñito, porque no hay cosa más importante para mi en el universo que abrazarlo y verlo sonreír. Pero también entiendo que no todos podemos hacer esas cosas por los hijos y que esa capacidad pasa por limitaciones afectivas y emocionales y por una cierta imposibilidad de hacerse cargo de los afectos propios, si uno ama, uno va, busca, viaja, encuentra…pero no todos pueden. Quizás no todos somos aptos para la crianza.
Aún así, es el único padre que Eva tiene, y dejarlos intercambiar llamadas, frases, imágenes, es el mayor acto de amor y generosidad hacia tu hija, jamás te vas a arrepentir de eso, porque al final del día, ese es el derecho de ella, ya le tocará a ella, cuando pueda hacerlo, reclamar, enojarse o reprochar, pero al menos tendrá una imagen mental, un nombre, una cara para hacerlo. Un abrazo a la distancia, de mamá a mamá.
Hola María! Gracias por tus palabras. Coincido con todo lo que escribiste. Uno de los valores importantes que quiero transmitirle a mi hija es el valor de la verdad. Y esta es nuestra realidad sin ocultamientos. Te mando un abrazo enorme desde Buenos Aires. Tenemos como pendiente visitar México que me dijeron que es precioso.