Mi amiga la Ansiedad

¡Hola mi querida! Aunque fuiste cambiando con el tiempo (como yo) sé que estás ahí. Desapareciste de mis almuerzos y mis cenas y te hiciste débil entre muchos de mis eternos miedos. Sin embargo, te fortaleciste con mi maternidad. Fuiste ingeniosa para colarte primero entre chupetes y pañales y ahora entre mochilas, juegos y cumpleaños. Tan ingeniosa que hoy no sé si es tan malo que convivas con nosotras.

placard1Empecemos por lo último, amiga Ansiedad. Me incentivaste a comprar un mes antes los regalos de Navidad y Reyes para Evangelina y lo lograste. Ya están escondidos en el placard altísimo de nuestra habitación, cerca de la ropa de invierno de Eva. Sí, también ya seleccionamos lo que tiene para la temporada fría de 2017.

Hubo algo antes. Seguramente te acordarás y te reirás. Sí, sí… lo de octubre. Me llevaste a comprar a Once casi todo el «merchandising» para su cumple de 4. Seis meses antes ya tenemos bolsitas, servilleteros, carteles, piñata y globos con la cara y/o los colores de la Doctora Juguete… Hace mucho que Eva la quiere para su fiesta y espero que no cambie sino no sé que voy a hacer con todo el cotillón.

Ah! Me olvidaba. Las compras las hice con mi mamá y se ve que la contagié… Como no encontramos la serpentina y la espuma que buscábamos, se ocupó de comprarlas en Lomas con vencimiento 2018. Todo quedó también guardado en el placard. Trato de mantenerlo cerrado… Sobre todo, después de sufrir algunas avalanchas de regalos, ropa y globos…

Sé que no será lo último que harás (haremos). Te conozco bien. A fines de diciembre, cuando ya estén las listas de útiles para el jardín versión 2017, me preguntarás por qué no los compramos… Y lo haré seguramente, convencida de que me estoy ahorrando unos mangos…

Querido Papá NoelA veces no sé si sos vos o si es mi otra amiga, la Responsabilidad. Ella se potenció al extremo con la llegada de Eva. Ambas saben que, dentro de mis posibilidades, trato de adelantarme a todo para que a Eva no le falte nada. Igualmente chicas, colaboren… bajen de vez en cuando la intensidad…

Para ser justa, no creo que sean (seamos) las culpables de todo… A veces pienso que en esto mete también su cola el huracán «Tiempo» y que estamos librando juntas una batalla contra él… Realismo, amigas. Más allá de nuestra voluntad, a ese tirano es imposible ganarle.

Contrafuerzas

Es un domingo lluvioso. Con Evangelina volvimos de un cumpleaños y de gastar algunas fichas en máquinas que te dan caramelos y calabazas que comen pelotas y te premian con tickets.

Eva durmió la siesta y yo la seguí. Una hora después se despertó llorando y llamándome. Si alguna vez sufrí por amor nada es comparable con el dolor que te provocan las lágrimas -aunque sean efímeras- de un hijo.

– «Me duele la panza, mamá.»
– «Tranquila, hija. Ya va a pasar.»
– «Pero me duele.»
– «No te preocupes. Vamos al doctor.»

Armé el bolso con su muda y la cargué en una queja en el primer taxi que apareció bajo la lluvia rumbo a la guardia más cercana.

«Su hija está bien, señora. Capaz esté incubando algo. Que haga dieta», diagnosticó como un loro (amargo) la pediatra de turno. Volvimos cantando y al rato Eva estaba un poco mejor.

Un hijo descubre descarnadamente lo que llevás adentro. Lo bueno y lo malo.

El domingo tuve miedo. Lo conozco bien pero con Eva fue cambiando de cara. Aparece de repente como un vendaval, creo que me va a paralizar pero no, de algún lado (¿la cabeza?) sigue saliendo una contrafuerza que lo vence.

Antes el vendaval era más fuerte y la contrafuerza más débil. Me recuerdo una madrugada helada cuando Evangelina tenía apenas cuatro meses. Acariciándola le descubrí una bolita en la nuca. El miedo se transformó en terror, la arropé para ir al polo y me subí a otro taxi. Eran más de las 3.

La bolita resultó ser una glándula típica de los cueros cabelludos grasos. Nunca me voy a olvidar la cara entre compasiva e incrédula del médico. Fue mi episodio más extremo.

Ver a Eva desganada siempre me preocupa. Nos pasa a todas las mamás, ¿no? Quizá sea un exceso de preocupación. Debo aceptar que también en situaciones habituales me autocontrolo para dejarla andar y no transmitirle mis limitaciones. Lo viví hace poco cuando se tiraba bomba en las piletas colombianas. Por dentro lo sufrí, por fuera la aplaudí. Nunca me tiré bomba en mi vida.

Es miércoles y siguen las pruebas de resistencia. Acabamos de volver de Lomas de la casa de mis papás. Anoche se incendió el segundo piso de mi edificio y mi departamento se llenó de humo.

Eva salió entre las nubes por las escaleras. Lili, la señora que la cuida, me contó que llorisqueó un poco pero que ayudó más. Que bajó sola cuatro pisos de su mano en la oscuridad hasta que en el segundo la agarró a upa un policía. ¡Bienvenida tu contrafuerza, hijita!

image