A Lili (la señora que cuida a Evangelina como si fuese su abuela) le duele mucho la panza y no viene hoy. Viene su hija, Mari que también la quiere mucho y que la va a llevar al jardín al mediodía. Pero Mari no puede ir a la salida. Entonces le mando un S.O.S. a Iara, la mamá de Sofi, una de las mejores amigas de Eva y Iara me cuenta que la nena está con fiebre. Que no va al jardín ni a natación pero que ella igual puede ir a buscar a mi hija a las 18.30 a la pileta. Que la suya puede quedarse con su papá y que lo que tiene no es contagioso. Mi hija se quedará con ellos hasta la noche cuando la pase a buscar al salir del trabajo. En mi trabajo me dan el ok para ausentarme un par de horas. Así que hoy voy a buscar a Eva y el resto, ya está organizado.
No es la primera vez que en un segundo y sin anestesia se mueven las piezas del tablero de nuestra rutina y hay que recalcular. Le contaba a una amiga que aunque siempre descoloca, ya me tomo los movimientos bruscos con más tranquilidad. Eva está más grande. Entiende los cambios. A veces llora porque no estoy y me pide que esté en los momentos que no suelo estar. Y hoy voy a estar.
Estoy cuando sale del jardín y no lo puede creer. Estoy para explicarle que solo me quedo un rato y que después se va a la casa de su amiga Sofi. Estoy para ponerle la malla floreada y la gorra de tela (las de látex son crueles con los rulos). Estoy para verla entrar al agua como si viviera en ella (¿guardará bellos recuerdos en mi panza?Ojalá). Estoy para charlar con las mamás que cuentan, como todas, sus películas familiares con papás normales, ausentes o estresados. Estoy para sacarle mil fotos aunque no se pueda.
Ella hace las piruetas de siempre y más. «Es que hoy estás vos», me dicen las mamás. La profe le presta su gorra plateada que increíblemente le entra! y me gesticula a través del vidrio que la compró en Brasil. «Tendremos que viajar a comprar una», le respondo también con señas.
Es hora de irme. Llega Iara y hacemos la posta a las seis y media clavadas. Saludo a Eva y ella me hace un gesto de «después me venís a buscar?». Levanto el pulgar. Asiente y vuelve a zambulirse en su mar.
Seguramente llegaré molida esta noche. Escribo en el que taxi que me lleva al canal otra vez. La calle es una multitud que marcha hacia Plaza de Mayo a decirle NO al 2 x 1. Me llevo una nueva imagen de mi hija. Mi Reina se mueve libre en nuestro tablero y eso siempre es una tranquilidad y una bendición. Por hoy, Jaque Mate.