Cuando Vale me invitó a esta colaboración enseguida lo tomé como un desafío. ¿Qué tengo para decir sobre la maternidad «soltera»? ¿Qué podemos decir o pensar desde la Psicología, desde el Psicoanálisis, sobre las mujeres que -a favor o en contra de su voluntad- se encuentran con un hijo al que se ven en la necesidad de criar sin una pareja al lado?
Sin dudas es un tema que despierta una sensibilidad particular: quizás porque desafía estereotipos (mamá + papá + hijo + hija); quizás porque roza un tabú que -aunque miremos para otro lado, fingiendo que no- aún tiene mucho que ver con nosotros.
Ser mamá sin pareja: ser mamá «soltera»
«Las reglas están para romperse» decían por ahí y repetíamos de adolescentes. Y quizás de algo de esto se trata. La cuestión es cuando una parte nuestra está muy decidida a romper esas reglas, mientras que otra parte no está tan de acuerdo – y prefiere quedarse en lo aprendido, en lo que sabe que «está bien», en lo tradicional y «seguro». Pero romper con lo establecido, en este caso el ideal tradicional de familia moderna, tiene sus pros y sus contras.
El ideal y la culpa
«El ideal», desde la Psicología, no es algo que vamos a decidir. Es algo que vamos heredando, escribiendo, inventando… pero que está más allá de nuestra voluntad. Así es como muchas veces las circunstancias de la vida nos enfrentan a una realidad que no es como nos habíamos imaginado. Y, ahí, la culpa.
La culpa («sentimiento de culpa», decía Freud) es lo que se siente en el yo cuando no alcanzamos el ideal. Y ese sentimiento puede ser devastador, cruel y hasta injusto. Es el resultado de no acatar órdenes de nuestro superyó -instancia psíquica kanteana, que nos dice qué debemos y qué no debemos, que nos exige comportarnos «bien»- imponiendo las reglas de qué está bien y qué está mal.
Ser mamá y ser papá al mismo tiempo
Culpógenas y malqueridas, vamos intentando soluciones a nuestro error. ¡Ojo!: muchas veces no somos conscientes de que estos estereotipos viven en nosotras sino que permanecen adentro nuestro de manera inconsciente. Y desde ahí los ideales nos castigan con una angustia que sólo se percibe en los efectos: insomnio, estrés, mal humor, cansancio extremo… Efectos de querer «remediar» la situación como si fuera algo enfermo. Efectos de intentar ser todopoderosa, mamá y papá al mismo tiempo, como si eso fuera posible… Y no lo es.
Un imposible: Ser Mamá y Ser Papá al mismo tiempo
Ser mamá es ser el lugar al que el cachorro pertenece. Es ser momento eterno, es ser alojamiento desde el Amor más infinito del mundo. Esa es la función materna. Cualquier mamá sabe de lo que hablo.
Pero ser papá es algo diferente. Si la función materna es amar tan infinitamente, la función paterna es función de corte. Ser papá no es jugar al fútbol o tomar cerveza. Ser papá es poder decir no. Es un No al amor eterno que nos dejaría pegoteados. La función del padre es poner un límite ahí, al amor infinito.
Y es por eso que no es posible ser mamá y ser papá al mismo tiempo. No se puede ser Amor Eterno y ser límite a ese mismo amor. No se puede ser lugar de pertenencia y puerta de salida.
La función del padre permite que el hijo -algún día- pueda elegir una (otra) mujer, e irse del hogar familiar.
La «función paterna» es una función
Que la función del padre sea una función, tiene que ver con que no es necesario que sea un «Padre» (hombre, pareja de mamá) el que ocupe este lugar. Puede ser un abuelo, una mujer, un trabajo… cualquier cosa que corte esa relación umbilical. Por esto mismo: si bien es imposible que cumplamos ambas funciones, no es que todo está perdido por ser mamás solteras, viudas, divorciadas, homosexuales… Ser mamá es suficiente. Muchas veces nos cargamos este imposible «doble rol» por culpa, por tristeza, por necesidad. Lo cierto es que si insistimos en lo imposible sólo vamos a terminar perdiendo el tiempo y ganando angustia.
La maternidad sin una pareja al lado puede resultarnos compleja, sobretodo si viene a desafiar nuestros ideales o deseos. Es entonces motor de mucha angustia, culpa, y sentimientos que no colaboran en esta nueva tarea que debemos emprender: redefinirnos en una vida como no la habíamos planeado.
Porque de eso se trata: volver a imaginar nuestro futuro, pero diferente a lo que debía ser. Es reescribirnos, reencontrarnos, es un nuevo comienzo en el que debemos improvisar.
Y aunque para la mujer sean otras las nuevas inquietudes, para la mamá todo lo que ha de venir va a ser nuevo y vertiginoso. Ahí está el desafío. Y es inútil e innecesario que cargarse con la presión de un imposible. Ya tenés suficiente con lo que te toca vivir. Ser Mamá es suficiente. Amar a tu hijo con todo el corazón, al infinito, eternizarte con él en cada beso, en cada abrazo. Con eso alcanza. Lo demás… lo demás tiene solución.
* Florencia del Río López es mamá, psicóloga y psicoanalista. Escribe el blog Ser Mamá.
Gracias Flor!
Excelente! Me encantó y arroja mucha luz sobre temas qye hoy me fuestan mucho. Grax. Saludos!