Soltarlo, soltarla, soltarme

Me costó mucho soltar a Amadou, el papá de mi hija. Diría que pasaron tres años hasta que un día se fue de mí. Con dolor, con bronca, con resistencia pero un día se fue. Y ese día supe que no iba a ocupar más el lugar que ocupó sin estar físicamente. Un lugar que había ocupado su voz y su recuerdo ¿Increíble no?

Sigo siendo la misma en ese sentido. Soy de las personas a las que les cuesta soltar. Me cuestan las despedidas, las mínimas y las máximas.

No vuelvo a los lugares en los que estuve con personas muy queridas porque prefiero que queden en mi corazón y en mi cabeza como los dejé.

Me da tristeza que cada año pasen la Navidad y el Año Nuevo y que se lleven la magia de los tiempos de fiesta.

Prefiero no darme cuenta cuando se está yendo el Verano porque, sobre todo desde que nació mi hija, es para mí sinónimo de plenitud y disfrute profundo. Mis veranos con Eva tienen siempre aire de mar aunque nos quedemos en la ciudad.

En sus primeras horas de vida, sufrí cuando se iba a los controles de rutina que le hacían en la clínica. Después me costó infinitas lágrimas dejarla en una guardería y hace poco lloré cuando empezó la colonia por miedo a que no se adaptara.

Es un clásico diario: me sigue costando dejarla al mediodía para irme a trabajar aunque sé que vuelvo a la noche y todo continúa.

Eva cumple 5 años en marzo. Y no hay red que no quiera contenerla.

La ausencia de padre multiplicó al infinito las presencias a nuestro alrededor. Tiene decenas de amigos, chicas que la cuidan mejor que yo, un barrio que la reconoce y quiere. Y, en primera línea, están sus abuelos, tíos y primos que siempre están si decido un día despreocuparme y hacer planes sin ella.

El último fin de semana tuve un casamiento y Eva voló a lo de mis hermanos, sus custodios preferidos. No se acordó de mí y yo por momentos me olvidé de ella. Tomé solo una copa de vino para dormir sin sobresaltos. Bailé mucho. Volví muy cansada a casa. Me acosté a las 5 de la madrugada y me levanté a las 10 y no pude dormir más.

Su nacimiento activó un chip que sigue funcionando aunque no esté. No puedo relajarme del todo si no está cerca. Y si está cerca estoy en alerta siempre. Y así… Recargo las pilas del chip con las largas siestas de domingo en lo de mis papás o cuando la dejo por horas en lo de algún amiguito.

Ella no percibe nada o percibe poco. Va por la vida dando saltos al aire, desafiando al viento. Cuando me voy, suele lloriquear un rato o decirme que me va a extrañar pero al rato ya está bien. Mientras a mí me cuesta repararme, ella no se detiene. Y es ahí cuando sigo celebrando por las dos.

2 comentarios en “Soltarlo, soltarla, soltarme”

  1. Vale, es un placer leerte. Seguramente Eva será una persona libre porque vos pudiste «soltarla» y al mismo tiempo «soltarle» para que ella vea que su mamá puede divertirse sin ella y ella pueda divertirse sin su mamá sin sentirse mal por eso. Besos y seguí emocionandonos así!

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