Averigué cómo es el tema de la carta de invitación para que Amadou pueda venir en algún momento a ver a su hija. Mi gen ansioso muchas veces me lleva a querer tener respuestas antes de procesar mis propios procesos.
Como si fuese un desafío periodístico pero que me involucra personalmente, avancé en las tinieblas con las averiguaciones. Me escuché transmitirle a un contacto en Migraciones nuestra historia o parte de ella. Me escuché con mucha menos convicción que hace dos años, por poner un plazo.
«Diste con la persona indicada. Soy de esas personas que resuelven estos casos», me dijo con calidez el hombre al teléfono. También me explicó lo que en parte supe siempre por sentido común.
La carta debería ser escrita en español y en francés, idioma matriz en una parte de Africa. Tendría que remontarme a Atenas y contar todo desde el origen. Decir cómo conocí a Amadou, cómo fue nuestra relación y confirmar que es el papá de Evangelina. Explicar que quiere venir a verla. Que nunca pudo hacerlo por distintas razones. Que yo valido que viaje. «Aunque hoy él existe, no existe para la ley», avanzó.
Me comentó que el trámite podía demorar un tiempo pero en definitiva sería sencillo que pise la Argentina. Que si no era por la vía de la carta, se podían apelar a las infinitas convenciones que promueven que el niño esté con su mamá y su papá.
«¡Qué historia la tuya!», deslizó el hombre de Migraciones. «Soy papá y entiendo todo. Sea el papá que sea, siempre es bueno que esté cerca de su hija».
Me quedé metida como en una nube oscura después del avance. Formularlo es sencillo pero… Detuve el impulso inercial de hacer lo que me había pedido el papá de mi hija y de a poco, por dentro, fui poniendo mis reglas. Empecé a decirle que «Por ahora, No».
Por ahora, No. Porque no puedo sentarme a escribir la carta. Porque no tengo ganas de hacerlo.
Por ahora, No. Porque no quiero hacer ningún esfuerzo más.
Por ahora, No. Porque Eva es muy chiquita, porque no sé cuánto puede impactar en su vida y en su cabeza el desembarco de su hasta ahora papá por skype y de su cultura, tan distinta a la nuestra.
Por ahora, No. Porque no quiero abrir una nueva puerta sin saber bien qué hay del otro lado.
Por ahora, No a mi carta. Quizá más adelante. O tal vez Amadou encuentre otra manera de cruzar el océano que hasta ahora no se animó a cruzar. Pasará, lo sé. Pero por ahora, No.
Es una manera de enarbolar otra vez una de mis banderas profundas: ser fiel a lo que siento. Hace cinco años crucé yo varias veces el océano para verlo. Sin dudas y por amor. Evangelina era un proyecto. Hace cuatro o tres años, con Eva bebé, sentía que todavía era un Si. Que podía mover las fichas adecuadas para tenerlo cerca nuestro. Y ahora siento que No.
Iba a comunicárselo a Amadou en estos términos. Todavía no pude. Hace un mes que no aparece. A veces la vida se encarga de darte también respuestas.