La primera charla

Lunes a la noche. Llegué tarde a casa del trabajo. Pasan muchas cosas todo el tiempo en este país… Con Eva improvisamos una cena rápida. Siempre quiere ayudarme en lo que esté haciendo. Recién empezábamos a comer cuando me propuso uno de sus juegos favoritos de los últimos tiempos: ser mi mamá y yo, su hijita.

Sentadas a la mesa volví a agradecer a todos los dioses que Eva imagine situaciones y que además me permita escuchar parte de lo que ve y siente que soy haciendo de mí.

Eva CocineraMi mamá-hijita me sirvió agua y me dijo que no agarrara el cuchillo porque era peligroso. Me alentó a que comiera toda la milanesa que cortó a los tirones y compartió conmigo su huevito de chocolate como postre. Después, fue por la espuma y los platos, intentó preparar la mochila del jardín y también terminar de lavar su ropa de Otoño-Invierno.

Ahí hubo un alto en el juego de roles.»No, Eva, si querés ayudame a cargar el lavarropas pero lo enciendo yo». Aceptó sin retrucar. Suele desafiarme cuando algo no es lo que espera pero esta vez no.

– «Charlemos mamá»…
– (¿¿¿Escuché bien???)
– «Sentate vos ahí (banqueta alta tipo bar) y yo acá (lavarropas)»
– «Si, decime mi amor, ¿qué me querés contar?» (con naturalidad -me dije- vos podés, no lagrimees otra vez)

Vengo lagrimeando con todas las primeras veces. Desde que abrió los ojos el día de su nacimiento escuchando mi «Bienvenida Hijita», pasando por la primera carcajada, la primera comida, la primera vez que me dijo mamá, que me dio un beso con ruido, que se subió a una calesita, que cortó las encías, roló, caminó, corrió, dejó los pañales… Tantos días… tengo una colección de lágrimas guardadas y un registro de cada uno de sus primeros pasos escritos en un libro rosa con la cara de El Principito que me regaló mi amiga Vanina apenas nació.

imageNo lo pude evitar tampoco esta vez con nuestra primera charla formal. Creo que ella ya se acostumbró a que tiene una mamá llorona.

Desenvuelta sobre el lavarropas, mi hija me contó que se había portado «bastante bien» en el jardín, que Ian le había pegado a Franco, que en una ronda de música se había tropezado bailando sola y que Lili, la mujer que la cuida, la había dejado saltar los canteros por la calle porque le había hecho caso. Yo le conté que había trabajado mucho, que estaba un poco cansada y que era muy feliz con ella.

Creo que la aburrí con mi respuesta. Voy a tener que repensar cómo entusiasmarla… Cambió de tema. Se paró sobre el lavarropas e improvisó algunos monólogos. Le siguió un salto con mi ayuda hacia la banqueta.

– «Mamá… ¿ese es el baño?».. En el lavadero hay una ventana que conecta con el baño y enseguida hizo el link. «¿Te acordás cuando me encerré y te tiraste por la ventana? No me voy a encerrar más».

Después, agarró un jabón blanco y me hizo olerlo. El jabón se transformó en guitarra y en bebé y volvió a ser jabón. Con la charla terminada, volvimos a sus rituales nocturnos: gimnasia sobre el piso de madera, saltos y piruetas para el infarto, vuelo de pantuflas y globos…

Antes de dormir, cuando yo volvía una y otra vez hacia nuestra primera charla, imaginando que algún día me va a preguntar por su papá, me trajo al presente con un remate directo al corazón: «Estoy muy contenta con vos». Abrazo fuerte, muchos besos y a descansar.

4 comentarios en “La primera charla”

  1. ¡Delicioso relato Valeria! No hace más que recordar momentos vividos con nuestros hijos. Aún veo en mi recuerdo la cara de horror de mi amigo José cuando encontró a Catalina (6 años) simulando un parto con sus muñecos, o cuando dijo que a su primer novio lo había matado la policía!
    Claro que no debe haber sido nada con mi cara cuando me iba a trabajar a las 6 de la mañana y, al doblar con mi bicicleta en la esquina, Catalina (16 años) estaba besándose con un chico.
    La vida pasa intensamente, a veces pareciera que las situaciones no terminaran nunca, y otras que se escurren entre los dedos.

  2. Es emocionante ver como Eva va creciendo en sus maravillosos «relatos» y como Mamás, así con mayúscula, vernos reflejadas cuando ellos empiezan a hilar sus fantasías con la realidad….Me recuerda cuando mi pequeño Romi -a esta altura ya un aprendiz de adolescente de casi 7 años- comenzaba a hacer monólogos mezclando distintas historias….todas sin parar….Así son nuestros hijos….Así como vos «Vale», hay que disfrutarlos día a día, mejor dicho, cada minuto….Las Quieroooo Geniasssss.

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