Siempre fui muy independiente. Siempre quise ser mamá. Sabía que ese deseo se escondía detrás de otro también muy potente: el de ser infinitamente libre. Nunca supe cuándo ocurriría. Me confié en la sensación de que era una mujer fértil. Sabía que llegaría el momento.
Pasaron muchos novios hasta que cumplí los 40. No me quedé con ninguno. Lo intenté. Me esforcé. Pero no pude. En el momento de avanzar con las decisiones (quedarme en un lugar, proyectar, armar una familia) preferí volar. Y mientras desplegaba alas me decía a mí misma que iba a tener un hijo con el hombre que me despertara la pasión sincera y arrasadora de crear vida.
Hubo hilos de amor indefinidos en algunas de mis relaciones. Creo que me enamoré dos veces. El primer amor me hizo llorar hasta perder el eje. Me dejó el sabor dulce de la adolescencia y de las primeras veces. También la falsa ilusión de que el amor puede modelar a gusto a aquel del que nos enamoramos. El último amor fue el papá de Evangelina, mi hijita hermosa de sólo dos años y diez meses que ahora duerme en su cama después de saltar en la mía hasta la madrugada.
Dicen que Eva tiene mi cara y sus rulos. Ya la veo igual a él. Agil, alegre, musical, firme, segura de sí misma aunque sea tan chiquita. Carismática. Todos la aman.
Conocí a Amadou en uno de mis viajes sola por el mundo después de mi última relación larga. El viaje incluía originalmente España e Italia, aunque algo me hizo cambiar a último momento y sumarle Grecia. Hoy, más de tres años después, entiendo por qué.
Me crucé con él en Atenas en marzo de 2011. Me había perdido en la ciudad y el Partenón fue mi guía para volver al camino. Y en ese camino, lo encontré a él. Yo venía por una calle y él por la misma, en dirección opuesta. Nos encontramos en la esquina. Casi nos chocamos, como en las películas. El me empezó a hablar y yo a huir. Hasta que se me puso enfrente y me cortó la respiración.
Toda mi vida había bromeado con mis amigas que me gustaban los hombres negros. Y ahí estaba él. Rastas a lo Marley, voz grave de cantante de blues, piel joven pero curtida y el mismo brillo y profundidad en la mirada que hoy tiene mi hija. Quizás fueron los dioses atenienses. Quizás el dios de todos, el destino, el azar, la vida. No sé. Cuando me despedí de él una semana después supe que iba a ser el hombre que me iba a dar un hijo. Incluso imaginamos con una amiga en La Coruña cómo sería mi bebé.
Volví a Buenos Aires con esa certeza. Congelé óvulos (¿y si por fin quería tener un hijo con alguien y mi cuerpo ya no respondía?). Desde que lo conocí quedé conectada con Amadou, como si estuviera conmigo. Volví a él, realmente, dos veces más, al mismo lugar. Evangelina fue engendrada en «la cuna de la civilización» al calor del verano, con total libertad y amor.
Y aquí está, durmiendo ahora. Me hace feliz sin rodeos. Suena a lugar común pero no podría imaginarme ni un segundo sin ella. Casi no me acuerdo cómo era todo antes de su nacimiento. Sí recuerdo que sentía muy seguido una tristeza honda cercana al vacío.
Eva nació el 13 de marzo de 2013, el día en el que Bergoglio se transformó en Francisco.
Amadou ya estaba lejos. Cuando supo de “el milagro” (mi embarazo) partió de Atenas a Dakar en busca de papeles y ahí se quedó. Nunca vino a la Argentina. Desde el principio, incluso desde la primera vez en Atenas, sostiene que le hicieron una especie de gualicho que lo hace sentir mal. Conoce a Eva por skype y ella ya lo reconoce. Lo ve por la computadora o escucha su voz por el celular y dice “Papá”.
El nunca la abrazó, ni le hizo upa. Tampoco se levantó a la noche para calmarle el hambre o algún llanto corto porque Eva apenas llora. No la vio comer por primera vez, decir sus primeras palabras ni vivió el desgarro emocional que sentí cuando tuve que dejarla en una guardería con apenas cuatro meses. Tampoco festejó sus primeros pasos ni sopló la vela de su primero y su segundo año. No la vio extasiada con el mar. No la vio entrar al jardín. Tampoco tararear y bailar sus primeras canciones en sus improvisados shows caseros. Estuve yo, rodeada de infinitos brazos que no fueron los suyos. No lo culpo. A veces (cada vez menos) me enojo de miles de maneras con él por dejarme sola con todo pero siempre termino valorando lo andado y dándole las gracias. Un agradecimiento que sé va a ser eterno.
A los 43 y por mi hija, me siento plena. Con una misión en la vida que solo tiene que ver con el amor. Soy una mejor persona, una mujer más fuerte. El sigue en Senegal con su familia de origen y su cultura. Desde hace más de tres años asegura que su plan es estar con nosotras. Que no ve la hora de que el destino nos vuelva a unir. Mi único plan es que Eva sea feliz.
Hermosa historia!!! Gracias por compartirla
Graciassss!
Vale querida, me haces llorar. Recuerdo todo minuto a minuto y veo cómo el amor lo lleno todo. Y esa preciosa niñita que hipnotiza con su luz y risa.
te quiero mucho
Gracias Vero querida!!!!
Se me eriza la piel al leerte, puedo ver y recordar cada una de las cosas que contás. Orgullosa de vos por siempre, y enamorada de Evi para toda la vida. Las adoro con el corazón entero.
Gracias Va!!!! Recién leo el comentario! Es todo recíproco!!!!
Nos conocimos en el canal y quizás te olvidaste, pero te felicito hasta el infinito y más allá. Y aunque no lo creas tenemos algunas cosas en común, yo estuve en pareja con el papa de mi nena, Sofia de 7 años, solo 2 años. Con 38, contra todos los pronósticos quede embarazada.Y al año de Sofi nos separamos. Hoy no cambio nada en el mundo por mi hija, ella y yo somos nuestra familia. Felicitacionesssssssssss
Cómo no me voy a acordar!!!!! Graciass
Sandra!!! En facebook vi fotos de tu hija! Es Hermosa!!! Somos muy afortunadas!!!! Abrazote y felicitacionessss a vos también!
GRACIAS POR COMPARTIR TU HISTORIA. SOY UNA ABUELA DE 3 VARONES Y 2 NENAS. TODOS MARAVILLOSOS. IGUAL QUE MIS HIJOS. ENTIENDO A TU MAMA LOS NIETOS SON LA ULTIMA BENDICION DE LA VIDA. EL ULTIMO GRAN AMOR. NO PODIAS HABERLE HECHO MEJOR REGALO A TUS PADRES. ES UNA HERMOSURA. TE DESEO TODA LA FELICIDAD DEL MUNDO A VOS Y A ESA PRECIOSURA.
Gracias Malena!!!!!!!!!!!!!! Los hijos y los nietos son una bendición! Abrazo y gracias otra vez!!!!!!!!!
No pensaste en algún momento de este último tiempo viajar a Senegal y encontrarte con Amadou? Que se yo….verse de nuevo…charlar. Y llevarla a la nena por supuesto. Quien te dice que viéndola en persona, escuchando sus ocurrencias, y apreciando su parecido con él no le hace caer la ficha de lo que se está perdiendo….
Lo pensé cuando ella era chiquita pero fui cambiando con los años al ver su quietud, su comodidad. Desde hace tiempo creo que es él el que tiene que dar el paso. El amor se siente. No se fuerza.