Aurora llora despacito. Su vocecita se filtra por el teléfono mientras Romina la calma. Aurora tiene solo 9 meses. Nació en enero meses antes de que el coronavirus paralizara al mundo. Es la más pequeña de la familia y el nuevo amor de Amparo, su hermana mayor de 7.
Romina habla de ellas con el orgullo y la felicidad de una mujer plena. El camino no fue nada fácil pero estuvo motorizado por un deseo poderoso como el sol. “Siempre quise ser mamá. Mi deseo nació desde muy chica. Después, los hombres que llegaron a mi vida no compartían ese deseo tan profundo y tampoco fueron hombres con los que quería compartir mi vida así que avancé sola”, le cuenta a MUM.
Amparo nació por fecundación in vitro y Aurora por inseminación artificial. Los procesos fueron larguísimos, llenos de luces y sombras. En su historia, también hubo pérdidas muy dolorosas -perdió tres bebés- pero siguió con valentía y ganó la vida.
“A mí no me obligaron a elegir. Yo elegí, elijo y volvería a elegir crear una familia monoparental. No me imagino otra vida. Es la vida que quiero. Somos felices”, comparte.
– ¿Cuándo y por qué decidiste ser mamá que cría sola por dos?
– Desde siempre supe que iba a tener más de un hijo, pero quiso el destino caprichoso darme un camino hacia la maternidad muy cuesta arriba. Mi primer embarazo después de tres tratamientos de fertilidad me dio dos hijas, Constanza y Amparo. Hace 7 años, en cuestión de minutos me convertí en una madre del cielo y la tierra. Sólo Amparo se quedó conmigo, y desde otro lugar Constanza, nuestro ángel. Ser madre era lo que había soñado toda mi vida y estaba viviendo lo más maravilloso y mágico que jamás pude imaginar y al mismo tiempo lo más terrible de todo. Hoy puedo decir que la maternidad colmó todas mis expectativas. Vivo en un estado de enamoramiento inexplicable. El deseo inmenso me empujó a volver a empezar.
– ¿Cómo fue el proceso hasta quedar nuevamente embarazada?
– Tuve que rearmarme para seguir adelante. Corría el 2017 y sentía que no podía sufrir más. Necesitaba saber el porqué de mis pérdidas (con un reposo de seis meses, Romina había parido a Lisandro sin vida). Entre análisis y estudios, fueron llegando algunas respuestas: resistencia a la insulina, hipotiroidismo, trombofilia e incompetencia cervical. Con los diagnósticos se fueron renovando las ganas, los sueños, el deseo. Así volví al centro de fertilidad con la esperanza en el alma. Los tratamientos de fertilidad de baja complejidad no funcionaban. Sin mucho pensar y por recomendación de mis doctores pasé a los tratamientos de alta complejidad y llegó así el positivo. En la primera ecografía vi que eran mellis. Tuve una felicidad absoluta hasta la semana 12 que uno de los bebés dejó de crecer. Así reviví por tercera vez el dolor más terrible de todos. Hecha pedazos seguí adelante con reposo, progesterona, heparina y muchos miedos, muchísimos. Pero también muchísima más esperanza. En la semana 39 nació Aurora, un nuevo amanecer. Llegó para duplicar el amor y la felicidad.
– ¿Te afectó la pandemia?
– La pandemia me encontró en pleno puerperio. Alcanzamos a irnos de vacaciones, con Aurora de un mes, arrancamos las clases y de un día a otro, todas adentro. Al principio fue difícil, toda una adaptación, ahora ya estamos acostumbradas. Le vamos buscando la vuelta para que sea lo mejor posible.
– ¿Quién te acompañó en esta nueva etapa fundamental de tu camino?
– Al principio preferí vivir el proceso en soledad. En el camino pude contar con amigas de fierro que me bancaron emocionalmente y me ayudaron cuando las necesité. Otra ayuda real me la dio mi hermana. Siempre digo que se puede tener la mejor predisposición, que muchos prometen ayudar pero son muy pocos los que realmente están ahí cuando se los necesita.
– ¿Cómo te arreglás económicamente sola con todo?
– Soy muy organizada y responsable. No me sobra y no tenemos lujos pero no nos falta nada. Mis hijas tienen todo lo que necesitan.
– ¿Cómo estás hoy?
– Muy feliz. Tengo mis momentos, como todo el mundo: la maternidad, la casa, el trabajo, hay que aprender día a día, adaptarnos según la circunstancias.
– ¿Cómo hacés con dos?
– Ser madre es mi sueño hecho realidad. Maternar es lo que soñé toda la vida. No niego el lado B: las noches sin dormir, el cansancio, los caprichos, las clases virtuales que tanto me enloquecen, las cosas de la casa… Frente a todo, puedo decir que la maternidad es mágica y tiene ese no sé qué que hace que a pesar de que sea caótica y complicada, una la vuelva a elegir porque es maravillosa.
– ¿Cómo ves la posibilidad de tener una pareja? ¿Lo pensás?
– No fantaseo con eso, ni busco, pero si llegara alguien que realmente valga la pena tal vez le diera la oportunidad. Sinceramente no me interesa. Amo y elijo ser familia monoparental.
– ¿Qué mensaje le das a las mujeres que quieren ser mamás y no tienen una pareja?
– Que si su deseo viene del corazón no lo posterguen, que aún con miedo lo hagan igual. La maternidad es felicidad y merece ser vivida.